Me gustaría que por veces existiera un cuento lleno de ventajas, "la primera ventaja es que cuando el cuento va a llegar al final no se acaba, sino que cae por un agujero y el cuento reaparece en mitad del cuento... La segunda ventaja es que desde aquí se le puede cambiar el rumbo, si tú me dejas, si me das tiempo"...Una ciudad en la que nos hemos enfrentado con nosotros mismos, con seres indescriptibles y monstruosos que a veces albergan las almas de uno sin saberlo, una ciudad en la que he conocido la amistad en diferentes vertientes y no en el necesario amigo de borrachera, salgo de fiesta si te he visto no me acuerdo...
Como en Lucía y el sexo, eso sí, el sexo se ha visto lleno de amor, y el amor de sexo, aunque a veces se haya enturbiado con lágrimas, cuál tsunami del Pacífico se arranca llevándose todo por delante y a su paso no deja más que paso para la desolación y el dolor...
Así fue la vida a veces en Huancayo, turbia, gris, desgastada y otras veces tan... tan ... rica, como un alfajor relleno de manjar al derretirse en tu boca... o como las papitas rellenas de la vecina Eugenia, y como el hilo de lana de la señora Vicenta, como los besos y lamidos de Canela, como los abrazos interminables de Nayeli, como la fresca sandía de Gladys en el mercado, como la dulce y ronca voz de Deisy... tantos recuerdos y tantos cuentos... A lo mejor resulta que el argumento de Lucía y el sexo sí tenía razón, y ahora puedo volver a la mitad del cuento, y el cuento no se acaba... y entonces... ya sabes... todo son ventajas...
