martes, 18 de mayo de 2010

Las olivas que son balas...




Jaén se despierta cada mañana como si una película de Iñarrutu se tratase... Entre las historias de la gente, a caballo entre novelescas y reales, el irritante ruido de las mototaxis y el calor por veces asfixiante, uno tiene la sensación de haber llegado a un mundo que jamás existió..

Sí, se llama Jaén, después de 20 horas de viaje desde Lima, eso sí, siempre que no se hayan desprendido trozos de la carretera por el camino debido a las lluvias, se llega a Jaén de Bracamoros. Dice la historia que en la ciudad habitaban la tribu de los pacamoros, o pacamuros, invadidos y conquistados por el español Pedro de Vergara... y se dice también que a la ciudad se le dió el nombre de Jaén por su parecido con la ciudad española (eso todavía tengo que comprobarlo)y de bracamoros en honor a la tribu de los pacamuros que los españoles aniquilaron, hay que joderse...

El caso es que aquí no hay ni rastro de olivas, y tampoco se tiene ese acento medio raro entre castellano mediomal hablao y murciano-granaino cerrao...
A veces me da un poco de miedo, pero cierro los ojos, pienso en los gazpachos manchegos que me hace mi madre y en seguida se me pasa... pero a veces se escuchan peleas, el sonido de las motos de verdad, es trastornante, casi todos los días hay asaltos en las calles, y alguno que otro se escucha un disparo...

En el fondo me emociona que pasen todas estas cosas, la ciudad da para escribir mucho, de verdad... pero claro, cuando alguna de estas pendejadas no te ocurra a tí...
En cuanto al uso de ciclomotores la cosa no tiene desperdicio... Además de usar cascos de bicicleta como protectores, en el mejor de los casos, las motos lineales llegan a transportar una media de tres personas, de tal manera que la moto es el principal vehículo de transporte en la ciudad y nadie tiene coche... En realidad no existen los taxis y las que hacen el oficio, las mototaxis, lo mismo transportan ramas de bambú que un colchón, que seis personas... Aquí no existen las leyes...

Otra cosa muy curiosa es ver a los hombres del pueblo sentados en la plaza principal y si una mujer se sienta sola son capaces de venir y preguntarte: oye, cuánto cobras?

Toda una historia... pero a pesar del caos que pueda parecer, Jaén no está del todo mal y aunque todavía no haya ni rastro de olivas... hay unos sitios repletos de magia y naturaleza que dudo que existan en la madre patria... pero eso... mejor lo cuento otro día...

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